Thursday 13 December 2012

Hemos visto: El último jinete

La gran sorpresa de esta temporada ha sido el estreno de un musical completamente nuevo, que no está basad ni en novela ni en película ni en obra de teatro. Una apuesta arriesgada, pues los españoles solemos ser, por defecto, bastante malpensados y desconfiados y pensamos que nos van a colar cualquier cutrez. Pero esto se trata de toda una superproducción.

Nadie podía imaginarse que algo así se estrenaría en nuestro país, máxime cuando ni Stage ni Drive se atreven a programar un musical que no tenga un referente en el cine o en la historia de la música pop. Pero la financiación saudí y su afán internacional (se supone que en enero se marcha a Londres) han hecho posible este "movidón".El equipo artístico es de infarto: Yvonne Blake, Albert Hammond, Karen Bruce, John Cameron, Barry Mason, Ray Loriga, Víctor Conde y José Luís Sixto. Quien sepa un poco de cine, música y teatro se dará cuenta de que el equipo es uno de los mejores que un musical puede tener.


El último jinete nos cuenta la historia de Tirad -Miquel Fernández- un joven beduino que sueña con el caballo ideal y lo busca incesantemente entre Oriente y Occidente. Se trata de un viaje fantástico en el que se va topando con una serie de personajes que supuestamente le guian en su búsqueda. Habitualmente en los análisis literarios nos explican que todo tiene una razón de ser, y en los libros y las películas de aventuras nos han acostumbrado a que esos personajes que acompañan, ayuden al prota a lograr su objetivo, pero en El último jinete estos seres sólo van junto él: nos referimos a la langosta y el camello, dos personajes cómicos que se marcan dos de los números más divertidos del musical, pero que resultan totalmente anecdóticos y no son esenciales en la trama. Vamos, que se podrái contar la misma historia sin echarles de menos. El otro es Al Kansha, una mujer misteriosa, mágica, con muchos siglos de historia que viaja en el tiempo y el espacio para proteger a Tirad. Este personaje, interpretado por Marta Ribero, que vuelve a estar en forma, descoloca con la primera balada que canta. La adecuación entre el tipo de canciones que interpreta y su actitud de misteriosa maestra de ceremonias es curiosa, pues mientras que su primer número, el que nos traslada de un teatro a un mercado de arabia -al más puro estilo Aladdin- nos mete en la acción, su segunda canción - titulada Lloré por ti- nos muestra una faceta demasiado vulnerable para un rol supuestamente tan anciano y sabio. Se trata de un canto antibelicista a lo Amaya Montero que no casa muy bien con la historia.


La música es maravillosa, hay grandes canciones pop pero les falta madera de musical.En éstos la música estructurada al estilo pop sólo tiene gancho si ya es conocida -como ocurre en Mamma Mia! y Hoy no me puedo levantar- pero si escuchamos Evita, Los Miserables o Wicked percibimos que los temas cambian de tempo y de tonalidad en varias ocasiones, que aporta un dinamismo a los números y los convierte en eso, música para acción. El número del bazar Volar sin alas es sin duda uno de los más interesantes: nos presenta a Tirad con una bella melodía cargada de emoción y sueños, justo lo que siente el personaje, y nos plantea el conflicto y el marco del libreto. Otros números como Volver a empezar y Un nuevo mundo, sin embargo fallan en sus intenciones, pues más que introducirnos en la difícil pero libre Londres, están más cerca de revistas de variedades como Luna de Miel en el Cairo, o el número a manera de intermedio que separa Arabia de Egipto -con un toque kistch- recuerda a un número de variedades a lo Showtime o a la última gira de Cher. No necesita más es la gran balada, una composición de Albert Hammond que dio a conocer Susan Egan, tiene madera para ser un himno clásico del musical moderno pero le falta garra, lo que se solucionaría con un cambio de tempos y una reorquestación.

Un mundo en la pared es sin duda el momento más interesante de la obra. Cuando Tirad llega a Londres, se encuentra con un feriante francés -Al Kansha disfrazada- que le muestra el nuevo invento del cinematógrafo. Todo un comprensible homenaje al séptimo arte ya que tanto el libretista como el productor vienen de ese mundo. Un mundo... es como un gran número de Broadway o Las Vegas con claqué y lentejuelas en el que el que todo el elenco y Marta Ribera se lucen. Durante más de seis minutos nos trasladan a un mundo diferente que consigue llenar de ilusión el corazón. Aún nos queda mucho que decir sobre El último jinete pero no queremos saturarnos de información. Poco a poco iremos diseccionando este espectáculo que se presenta como el gran evento de la temporada.

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